Versá un filamento de
día, en una callejuela ebria de veloces madrugadas. Sembrá candiles en la erosión de las voces; hacer del estupor un filoso instrumento para herir el tedio es
darle buena forma al odio. Cuando los pálpitos se desvanecen, acude infecto lo
prístino a delatar soledades en bailes de
termitas . Los jóvenes grises dejan deambular altivos sus miedos, los que ni las sombras de mediodía persiguen. Estulticia de un siempre
porvenir, cada norma encalla en livideces
de estetas , enjutados frasquitos de exquisita
moralina. Aromas de yos famélicos, de saludos rotos sobre mostrador
trasparente, proyectos de bodegas polvorientas, empero, a la mustia espera de
verdugos desabridos, de quien esperar libaciones descoloridas, sorbetes
ahumados de la victimizada soberbia.
León Alejandro Plata