miércoles, 4 de noviembre de 2009

MEMORIA DEL ODIO



"Lo más terrible se aprende enseguida
y lo hermoso nos cuesta la vida..."
Silvio Rodríguez
 

Tener que madurar en un verde temblor de la violencia,
mecerse fingiendo compostura en las ramas de la injusticia;
ver partir un alma joven expulsada por las milicias del oprobio,
naufragar en las aguas pútridas de la retórica democrática
sin haber pisado nunca la tierra firme.


Ver la Pietá en la madre propia,
y al hermano derruido afrontando el dolor sin armadura;
encerrarse en la casona y arroparse con piel de espantos
para  protegerse en solitario de la fatalidad
que llegaría en forma de toque compungido 
como humo negro,
impresión indeleble
en el horror
de las pupilas.


Encarar lo sucedido con los huesos temblorosos del  rostro
y pasar de niño a hombre con un abrazo de la violencia
y  un calamitoso trago de injusticia.
Sentir la sevicia  hilarante de los pechos henchidos
tras sus rondas criminales,
e insultar al cielo  para exigirle
que el rocío deje de ser mortal.


Saber la miseria triunfante
completando su crueldad,
querer hacer polvo de los Santos,
y de las lágrimas gotas de poderoso narcótico
para no saber más.

Recordar el peso psicópata de la botas militares
pisoteando la inocencia
y  la ruinosa marcha del fusil
invadiendo la ternura,
convirtiéndola en harapos.

Caminar con la furia

al lado de un padre de bahareque
al encuentro de la realidad
lacerando para siempre

 la dignidad ya enjuta,
y volver a aturdirse con los gritos del dolor
de un sábado de noviembre y carnaval.


Auscultar uno a uno, los pasos de la solidaridad
que se alejan,
y guardar el desprecio  en una caja de plomo
dentro del inconsciente
para intentar respirar sin que el aire mate
sin que el sol haga incisiones en las venas.

Luchar en vano contra la vulneración de lo soñado,

e impotente, observar como sangran las amarras del cuerpo flacuchento
mientras instalan el odio tras vulnerar la conciencia,
los sueños,
el pensamiento,
todo eso,
más la presencia impune
del ultraje de la bicicleta, de la madrugada, del gris despuntar
de la vida,
pincelada en lienzos de epidermis; 
obsecuente resto de la tortura.


Retratar la ignominia  para después
no poder desfigurar el retrato,
sentir el cabello acariciado por la ruindad
trenzada con llovizna,
mas no por la mano del hermano;
desear ver el tiempo transgredido por el llanto,
recordar el futuro  en ruda intentona
de sobornar el sufrimiento.


Desaparecer la materia
para  trasegar en las cúspides
donde sólo gimen sombras y reflejos.
y contemplar atónito
como pasean una comparsa
por  la puerta del infortunio
como si no pasara nada
como si el niño y el hombre
fueran gusanos
cuyas muertes
no importan.


Eso Señor,
eso,
no lo merece ningún adolescente...


¡terroristas!
Terroristas derrotados
porque el odio no prosperó,
no pudieron desmontar del hombre su ternura
ni su ilusión de no ver más niños ultrajados
ni más bombazos de guerra negada
devastando sienes inocentes
-tampoco no inocentes-
Lloverá.



León Plata
A 20 años de la llovizna sabatina de un 4 de noviembre...



10 comentarios:

BLAS dijo...

A veces me ocurre que me acuerdo más de lo malo que de lo bueno vivido. Los seres humanos somos injustos en ese sentido y en otros muchos.

Bonita reflexión y sigue así.
Con tu permiso, te sigo.
¿vale?

Soledad Arrieta dijo...

Excelente León. Un tremendo homenaje a las víctimas, con palabras tan exactas, tan armoniosas, que obligan al lector a dejar caer, por lo menos, una lágrima.
Cariños!

LEON PLATA dijo...

Hombre, Blas, pasa sin permiso, este café no cierra nunca.

Gracias por estar pendiente de este blog.

LEON PLATA dijo...

Gracias por sentir estas letras en el alma, bella Sol; pero por si acaso, aquí también tenés el pañuelo para secar esa lágrima.

Palabras como las tuyas me obligan a seguir soñando realidades y realizando sueños... Escribir, colabora con mucho en ese empeño.

Del alma, una abrazo fortachón para vos.

Anónimo dijo...

La palabras pueden llevar la rabia y la ternura adosadas como dos líneas escritas a ambos lados de la hoja que jamás se tocarán. Simplemente silbarán su belleza sin estridencias. Tus letras tienen las entrañas abiertas y de sus viceras emana la claridad, su verdad. Gracias por el café y un fuerte abrazo.

Liliana G. dijo...

León, me sumo a tu grito, a tu laceración del alma y al adagio de tus palabras. La injusticia segará vidas, nombres jóvenes que yacerán con sus pupilas muertas y el pecho abierto por el odio endémico de la sociedad podrida... sí, pero luchar por los que quedan es la meta y el destino del que reniega de la traición de sus hermanos.
Grito con vos, me rebelo, dejo que mi sangre fluya y se aúne al magistral recorrido de tus Letras, por el sórdido pasado de noviembre.

La fuerza de este poema, potencia el vendaval de sentimientos que despierta cada verso.

Besos que mantengan perennes los sueños de libertad.

Lisandro dijo...

Estoy en es apoesia, estoy dandote la mano y grito y grito, y girtemos todos!!! tarde o temprano lograran escucharnos!! un abrazo!

Anónimo dijo...

Termino de leer tu poema y siento el corazón encogido. Hermoso recuerdo y homenaje a las víctimas de la barbarie. Nunca puede justificarse la violencia y menos para conseguir el poder para oprimir al pueblo.

Aunque dice el tango que 20 años no son nada, ya es mucho tiempo para recordar tan vívidamente. Mejor intentar que el olvido vaya suavizando la herida.

Un abrazo.

iñaki zaratiegui dijo...

hola Leon. No sé que aniversario, plasman tus hermosos versos, pero se me antojan actuales como la vida.
Un saludo amigo.

Sofía Rodríguez García dijo...

mi querido amigo... ese dolor que sentimos cada dia en una tierra que va aflorando sangre, que como charcos nos ha bañado...
León...un abrazo muy fuerte y la lágrima que aun no cesa.
Sofía

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